sábado, 19 de enero de 2013

Psicología de la educación tema 4


Psicología de la educación  4º tema

En el tercer tema estuvimos viendo los factores psicológicos que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje como (atención, inteligencia, personalidad, motivación…).

Esta reflexión tratará sobre los factores interpersonales que intervienen en el mismo proceso.

Yo creo que la interacción maestro-alumno es fundamental ya que en función de esta relación se derivará en gran medida el éxito o el fracaso del proceso enseñanza aprendizaje.

Las necesidades de los niños en las aulas se satisfacen de acuerdo a la relación que tienen con su profesor, especialmente las afectivas de protección, participación y aprendizaje.

Para poder establecer una buena relación es importantísima la manera que tiene el profesor de dirigirse a sus alumnos. Su lenguaje, sus gestos, su mirada, su manera de enseñar, de escuchar, sus expectativas hacia sus alumnos… todo ello hará que los niños tengan una correcta motivación para llevar acabo sus aprendizajes de manera correcta y significativa.

En el aspecto de etiquetar, sabemos muy bien que es algo que se debería evitar por todos los medios pero que sigue estando a la orden del día en las aulas, así como también los favoritismos o los “enchufes” e incluso en muchas escoletas tratos incorrectos hacia los niños que se alejan mucho de lo que debería ser un trato afectivo y proporcionar seguridad a los pequeños.

En las prácticas que realicé en el segundo curso de FP de educación Infantil, pude comprobar personalmente que es cierto que cada maestro tiene su vida, sus preocupaciones, sus problemas y que esto desgraciadamente sigue condicionando la manera de proceder con los niños en muchas ocasiones.

Y si a eso unimos las desavenencias entre los docentes de un centro pues el caos puede ser mortal.

Yo había realizado los dos cursos muy a gusto, viendo que me gustaban mucho los contenidos y tenía muy claro que “educar a niños” era a lo que me quería dedicar aun sabiendo que no es nada fácil y que pueden surgir en el camino muchos contratiempos, pero si tengo que ser sincera, en el período de prácticas me surgieron muchas dudas…

Empezamos las tres muy motivadas y con ganas de poder poner en práctica nuestros conocimientos, pero poco a poco fuimos desmoralizándonos pues todo lo aprendido parecía encontrarse muy lejos de lo que es la realidad en una escuela.( en la que me tocó a mí en concreto, no digo que sea así en todas)

No quiero parecer  “tremendista” con esta reflexión, pero no podía dejar de plasmarla ya que para mí supuso un mar de dudas en cuanto el camino a seguir pues no me gustaba nada lo que estaba viviendo y claro, pensaba en mis adentros,  si tuviera que estar todos los días de mi vida trabajando así acabaría enferma.

Por otro lado, llegué a la conclusión de que “tirar la toalla” era la solución más fácil y en parte egoísta ya que abandonar suponía mirar hacia otro lado, dejando en el camino muchas ilusiones y también dejar de luchar por los niños.

Así que finalmente decidí seguir, pero además con más fuerza que nunca, sabiendo que me podría encontrar con situaciones desagradables pero que eso no debía impedir seguir haciendo mi trabajo lo mejor posible.

Tampoco quiero que parezca que creo que voy a ser la salvadora del mundo ni mucho menos, pero sí que voy a poner todo mi empeño en intentar ser una profesora competente, teniendo en cuenta mis puntos fuertes y débiles, con espíritu de superación y de fuerza ante la adversidad.

Tenemos una  responsabilidad muy grande ante nosotros que son los niños, y  creo, (vuelvo a repetir), ya sea por problemas en nuestra vida cotidiana o por otros motivos, esta responsabilidad se pierde de vista y no puede ser o no se debería permitir.

Nuestro trabajo es educar y preparar a estas personas para la vida de la mejor manera posible, junto a sus familias, que nunca podemos perder de vista puesto que es un trabajo en común.

Si todos fuéramos un poquito conscientes de que nosotros, como profesores, somos parte del futuro de los niños creo que las cosas cambiarían, no basta con decir estoy estudiando Educación Infantil porque “ me gustan mucho los niños”, que claro debe ser así, pero ser profesor es mucho más…

Tenemos que entender como futuros docentes que la formación de los maestros no se acaba nunca, los conocimientos de infancia no pueden limitarse a cuatro años de carrera, que no dudo que nos ofrezca gran parte de las herrmientas que necesitaremos, pero llevar todo esto a la prática es mucho más complejo.


 

Nosotros los profesores, debemos aprender a construir lazos empáticos y de confianza con cada uno de los niños y niñas, debemos ser verdaderos “interlocutores” para saber interpretar adecuadamente y comprender la expresión emocional del alumnado.

Los niños tienen derecho a encontrar profesores que estén dispuestos a escucharles de verdad, que no defrauden sus demandas, sus necesidades y sus derechos.